viernes, 4 de octubre de 2013

¿De qué hablamos cuando hablamos de brujería?


Cada vez que hablamos de brujería, nos enfrentamos a un enorme problema de definición. Y es que en cada momento, contexto y cada uno de nosotros podemos referirnos a conceptos muy distintos.

Por un lado tenemos a una gran cantidad  de personas que siguen religiones de corte pagano o neopagano que se auto denominan brujas.
Por otro, tenemos el concepto medieval de la brujería. 
Ambos conceptos tienen una cosa en común: la religión. 
El concepto medieval se centra en la religión católica, su creencia y la otrorización y demonización de las creencias anteriores. 
Por su parte, los neopaganos brujos actuales (mayormente Wiccanos) tienen en común una serie de creencias. Es decir, la brujería actual es un culto. Es más, la pretensión de algunos es de que se trata del mismo culto al que se refiere el concepto medieval o incluso un culto mucho anterior transmitido sin cambios. Esta pretensión es romántica y atractiva pero nada realista. Al fin y al cabo hasta la tradición más enquistada cambia con el paso de los siglos, según varían otros aspectos de la sociedad.

Sin embargo ya existía la brujería en tiempos precristianos. Y no tenía que ver con los cultos paganos. La brujería no tenía nada que ver con culto religion sino con práctica. Se trataba de magia que se practicaba más allá de lo socialmente aceptado. 
Y ahí encontramos el otro ángulo de acercamiento hacia el concepto de brujería. Desde este punto de vista, la brujería consiste en una serie de prácticas mágicas no ligadas a un culto concreto que se practicaban al margen de la sociedad. Este punto de vista es el que se usa habitualmente fuera de los círculos de aquellos que hoy en día se llaman brujos. Y en realidad, en eso la brujería medieval aún en el caso de que la considerásemos una pervivencia de uno o varios cultos pagano si que se acercaría a este concepto de brujería.

Sólo los brujos actuales no se pliegan a esta definición, ya que constituyen una fuerza social y operan dentro de la sociedad. Más un culto que una serie de prácticas, y cada vez más conocidos, los modernos brujos (tal vez con la excepción de algún brujo tradicional y algunas personas que ni siquiera se consideran brujos) no pueden clasificarse como brujos según esta definición. 

No digo que se deje de utilizar la palabra brujo o brujería para referirnos a los modernos brujos y Wiccanos. Pero su deberíamos expandir nuestro concepto de brujería y ser un poco más flexibles y al tiempo más rigurosos cuando hablamos sobre brujería. Y cuando menos intentar dejar claro el concepto al que nos referimos en cada monento.




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