jueves, 15 de diciembre de 2011

Los colores del invierno



Me gusta el invierno. No sé por qué es, exactamente. Tal vez es porque nací en invierno.

El día que yo nací no brillaban estrellas singulares y esas cosas poéticas. El día que yo nací hacía frio y caía aguanieve de forma constante. Eso es lo que dice mi padre.

Así que, aunque muy tardío, nací en un día de invierno.

El invierno me ilusiona. Especialmentre entre diciembre y febrero. Me gusta poder disfrutar de las noches oscuras pero cristalinas. Los cielos de obsidiana y ágata azul.
Las lunas de invierno siempre me han parecido más grandes, más brillantes, más seguras.

Me gustan los amaneceres de invierno. Esos días en los que cuando salgo de casa aún es noche cerrada y que mientras camino hacia el trabajo veo cambiar el mundo.

Cuando está a punto de amanecer, especialmente en invierno, el cielo se llena de luz. Colores preciosos, mágicos, totalmente imposibles de reproducir, de retener. Y después, cuando el cielo torna a miel y fuego... entonces esos colores llueven sobre la tierra. Y todo parece gris, azulado, plateado. Como si sonriera melancólicamente.

En ese momento es cuando más me gusta el invierno.

2 comentarios:

  1. Sabemos q tú y yo nunca nos pondremos de acuerdo en este asunto, Sombra. Ni falta q hace, por supuesto.
    Yo soy de verano, quizás también porque nací tres días antes de la llegada del verano. Me gusta el calor, siempre y cuando la humedad ambiental no lo convierta en insoportable.

    Pensándolo bien, me doy cuenta de q lo q no me gusta no es el frío si no la humedad, tanto en invierno como en verano.
    Me crié en un país donde, contrariamente a lo q ocurre donde ahora vivo, las estaciones se distinguen perfectamente entre sí.

    El invierno se anunciaba con sus nevadas, su frío y su luz pálida.
    La llegada de la primavera se volvía obvia al ver los brotes en los castaños de India q decoran las calles.
    El verano hace sentir su calor agradable a veces, sofocante otras, pero siempre atemperado por la brisa q viaja siempre con el río Sena.

    Y el otoño tiene su peculiar manto rojizo, con las hojas caídas de los castaños de India, jalonando la acera y empapadas por las frecuentes lluvias. Suelo rojizo y cielo plomizo, esos son los colores de Paris en otoño.

    Cuatro estaciones bien definidas en Paris y solo dos, muy extremas, aquí en Huelva. No, no he ganado en el cambio desde luego.

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  2. Cada tierra tiene su belleza.Estoy convencida de que Paris es maravilloso, pero Huelva también debe serlo y esa variedad también es bella en si misma.

    Habra que estudiar si a cada uno le gusta más el tipo de estación en la que nació :P Sería interesante.

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